El psicoanalista cree en los encuentros con los seres parlantes, pero también con los objetos o los discursos.
“A mí, el azar de una noticia policial, de un programa de televisión, de una encuesta, de una foto, la ocasión de un silencio o de una palabra de más, me cabe”, escribe el autor. “No dialogo con los ángeles, no espero nada de los amos, sólo me retiene lo que falla.”
El mundo como Freud manda es un mundo que no funciona a la perfección, un mundo que habla a través de sus fallidos, sus restos.
Así surge este libro de un freudismo corrosivo pero que no es un libro “de psicoanálisis”. Ameno y ágil, produce efectos de verdad acerca de la reunificación de Alemania, Carolina de Mónacoo Saddam Hussein, los inmigrantes clandestinos en Francia o la ecología, el tabú de la virginidad o el canibalismo, todos los temas que la actualidad fue sugiriendo al examen de Miller.
Tres textos se dedican especialmente al análisis de la publicidad, con particular atención a los “comerciales” norteamericanos.
El mundo como Freud manda es el mundo que llama a nuestras puertas sin invitación y se convierte en síntoma.