Surgida en los márgenes de la cultura, la historieta se convirtió en un producto emblemático de la cultura del siglo XX. Evolucionó, en formas y contenidos, desde las páginas de diarios que competían por atraer lectores hasta las publicaciones especializadas, sin perder nunca su espíritu inicial: relatar y entretener.
En la Argentina, esta historia comienza en 1912, con Viruta y Chicharrón, los primeros seres de un extenso linaje de tinta y papel cuya trayectoria fue reconstruida por Judith Gociol y Diego Rosemberg a partir de los testimonios de guionistas y dibujantes, así como de los fragmentos perdidos en bibliotecas y viejas colecciones.
Dice Pablo De Santis en el prólogo: “El libro traza una historia discontinua de nuestra historieta tomando a los personajes como eje; estrategia que sirve para que un material tan generoso y arduo sea narrado con el mayor entusiasmo y vitalidad. El personaje aparece antes que el guionista, el dibujante o las peripecias editoriales. El libro arma, con el destino de los seres imaginarios, una investigación sobre el destino de nuestra historieta misma”.
La prosa seductora y vivaz de los autores elabora, a partir de los relatos en cuadritos, una narración cautivante por sí misma, a la que se suman la documentación gráfica, el ordenamiento cronológico, la evolución de determinados arquetipos a lo largo de las décadas, y la reflexión: una sabia combinación que hace de este libro, como sostiene Pablo De Santis, “una obra fundamental de nuestra bibliografía sobre la historieta”.