Un rasgo vital del teatro de Gambaro es que, a medida que en sus obras crece el clima poético y metafórico -en textos muy trabajados y cada vez más escuetos- y se ahonda su significación humana, se afianza el compromiso ético con la sociedad argentina. Sin que los textos de griselda Gambaro tengan una ubicación espacio-temporal definida, es posible leer que se refiere al país. (…)
Esa distancia, esa desubicación de lugares y de épocas permite un movimiento doble.
Por un lado universaliza y distancia las situaciones pero, simultáneamente, las aclara, las acerca. Focaliza.
Desde la china, desde el Japón, desde la antigua Grecia, o desde la pequeñez de ambiente maltrechos, dicen no alas distaduras, no a olvidos, no a indultos, no a obediencias debidas, no a la corrupción, no al perdón massmediático de los asesinos.
Lo dicen -lo actúan- los locos, los tontos, los sucios, los desharrapados. Repuestos de la idiotez, limpiados de la suciedad, desde la precariedad y la marginación, empiezan a entender un poco