“Es un musicalizador de radio, un cronista de costumbres no muy santas, un conductor de programas juveniles, un testigo de la cultura rock, un resentido social. A caballo entre la mística de barrio y el reviente, tiene algo de Alejandro Dolina, de Bukowski y mucho de Geno Díaz“, dijo del autor de este libro Claudio Zeiger en “Página /12” celebrando la aparición de ASILO DE ALMAS, publicado por De la Flor en 1994.
Y es que resulta tan imposible describir el fenómeno Bobby Flores para quienes no lo conocen, como innecesario hacerlo para los que sí lo conocen y por eso lo adoran.
Sería imposible “tachar lo que no corresponde” en un test sobre él que incluyera como opciones: a) Es el mejor musicalizador de la Argentina en materia de buen rock y blues. b) Es un autor de crónicas tan descuidadas y agudas como las aguafuertes de Arlt. c) Es un conductor de radio y TV que crea adicción.
Emblema generacional para algunos, conocedor como pocos del ambiente de la noche, tanto la de Buenos Aires cono la de Nueva York, logra en sus textos “un clima único y asombroso.
No es la transgresión, es la rebeldía, es la bronca geográfica y anímica contra la hipocresía del poder, de los poderosos y de los que medran es esos círculos“. (Diario “Crónica” a propósito de ASILO…).
Este volumen, tercero en la producción escrita de Bobby (que comenzó con A LA LARGA TERMINAN CURTIENDO en 1993) recopila crónicas urbanas , reflexiones y relatos seleccionados de entre los que noche a noche desgrana en su programa radial de la “Rock and Pop“, con la voz más antimicrofónica que existe- según su propia opinión- confirmando su cualidad de testigo imprescindible de y para una generación de argentinos.