Cuenta Roberto Fontanarrosa en el prólogo a este libro que descubrió el humor de Carlos Garaycochea en las páginas de las revista El Gráfico, mucho ante de imaginar que se convertiría en dibujante. Años después, volvería a encontrarse con el dibujo de Garaycochea, según lo relata el creador de Inodoro Pereyra: “En el año 68 alguien me pidió que me hiciera cargo de la página satírica de la revista Boom, de Rosario. Y allí advertí que yo no tenía un estilo apropiado… un “mono” propio, en el humor. Entonces recurrí a lo que hemos recurrido siempre los dibujantes para aprender y perfeccionarnos: la copia. Observé, analicé y repetí, más que nada, detalles de los dibujos del Garayco, a quien aún no conocía personalmente, por supuesto. Robé también algo de otro grande, Battaglia, pero menos. No me fue tan mal, después de todo. Hoy somos amigos con Carlos. Y, cosas de la vida, me distinguen encargándome el prólogo de este libro. Lo tomo como parte de pago de la deuda de agradecimiento que tengo con él, por haber sido en mis comienzos mi maestro, involuntario y a la distancia. El Garayco, posiblemente, ignora que, cuando en la Feria del Libro de Buenos Aires se me acercan chicos y me dicen, a título de presentación, “Soy alumno de Garaycochea”, yo les respondo, orgulloso, “Yo también”.