Tras la publicación de cinco novelas y cuatro libros de cuentos, ya nadie duda en considerar a Leo Maslíah un narrador. Lo que todavía resulta imposible es adscribir la polifacética prosa del cantautor uruguayo, a una corriente literaria determinada. Los nombres de Lewis Carroll, Edward Lear, Ionesco y Boris Vian-entre los extranjeros- y el de Felisberto Hernández, entre los latinoamericanos, se mencionan por igual, sin terminar de decidir quien es el principal responsable del disparatado y desopilante estilo (¿estilos?) de Leo.

En esta nueva recopilación de cuentos se encontrará desde el hiperrealismo de una madre que corrige maniáticamente a su hijo, hasta la teoría de que las mocositas crecen cuando comen moco y no sopa. Desde un universo encontrado, no en el Aleph como Borges, sino en la pantalla de una lampara vista por el miope Rodriguez (el relato que da título al libro), hasta un cuento escrito exclusivamente con palabras comenzadas con la letra “E”. 

Desde el caso del hombre imán que termina fagocitándose todo (digno del inspector Cortazár) hasta disparatadas parejas que se disuelven por discrepar acerca de la ubicación de la esquina de Paraguay y Sandokan. Un mundo casi circense cuyo absurdo es superado sólo por el absurdo del “real”.