Según su propia confesión, fue un amigo el que le sugirió a Santiago Varela que escribiera un libro de cuentos.
Lamentablemente el amigo luego se radicó en una villa del Gran Vladivostok con lo cual Santiago no pudo preguntarle sobre qué tema quería los cuentos, esto es si delirados, costumbristas, fantaseosos, gauchescos, políticos, infantiles, policiales, obscenos o decididamente pornográficos. Ante la duda escribió algunos delirados y otros costumbristas, fantaseosos, gauchescos, políticos, infantiles, policiales, obscenos y decididamente pornográficos. Después los juntó, y claro, así cualquiera hace un libro.