(Boston, 1809-Baltimore, 1849) reformula el cuento corto, la novela de terror y el relato de detectives moderno. En su canon literario, el crítico Harold Bloom lo pone a la par de Shakespeare y Cervantes. Julio Cortázar, traductor al español de casi toda su obra, lo considera uno de sus padres literarios. Kafka, Borges, Faulkner, Thomas Mann y casi todos los grandes escritores del siglo XX le deben algo.

Aún más: el cuervo protagonista de su célebre poema articula un capítulo de Los Simpson…

Su vida parece haber sido imaginada por él mismo para alguno de sus personajes. A los seis años, huérfano de ambos padres, que eran actores itinerantes, es adoptado y llevado a Inglaterra por un matrimonio rico, los Allan. Al volver a Estados Unidos, le ofrecen colegios exclusivos, una formación universitaria y un porvenir en la empresa familiar, pero su espíritu se resiste. Prefiere beber y jugar a las cartas: apostar todo a la poesía. A los 18, vuelve a Boston y publica su primer libro, Tamerlán y otros poemas. Por qué no lo firma, no se sabe; tal vez el motivo sea su entrada al ejército. Dos años después, ya con un cargo en West Point que le consigue Mr. Allan, publica un segundo poemario (Al Aaraaf), esta vez sí con su nombre. Al mismo tiempo, es expulsado de la célebre academia militar; se lo responsabiliza por negligencias varias. Los deberes que le son asignados no logran desplazar de su mente otras pasiones e inquietudes.

Un tercer libro (Poems) a los 22, una mudanza a Baltimore, el casamiento con su prima Virginia Clem, de 14 años, y el ingreso al periódico The Southern Literary Messenger ordenan un poco su vida y su escritura. Las críticas literarias y los artículos que publica en varias revistas de Filadelfia y de Nueva York, donde se muda con su esposa, muestran una nueva mirada y original para apreciar cuentos y poesías. Todavía no tiene 28 años y ya es una pluma influyente, de temer y al mismo tiempo generosa en consejos.

Su trabajo, la intensidad con que se entrega a cada composición, el alcohol y las drogas contrarrestan la desolación que siente ante la agonía y la muerte de su esposa. En ese estado compone poemas memorables, como El cuervo (1845) y Annabel Lee (1849), e inaugura una manera de escribir cuentos que marca un antes y un después de Poe. La caída de la Casa de Usher (1839), Los crímenes de la calle Morgue (1841), El escarabajo de oro (1843) o cualquiera de los veinticinco cuentos que da a conocer en vida siguen siendo incluidos en antologías en todo el mundo, se los analiza y estudia en ámbitos literarios y universitarios, e inspiran a artistas plásticos, autores teatrales, músicos electrónicos, cineastas, historietistas…

Como todo visionario, muere joven.