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libro

Bradbury, Ray

Ray Bradbury
Autor
Biografía/Reseña:

(EE.UU. 1920-2012) introduce un giro en la ciencia ficción: la visión poética “de enfrentarse a esa bestia llamada Realidad”.

Lo que en otros autores se considera especulación anticipatoria, en su prosa es desplazamiento de una dimensión a otra(s).

Toda historia que le llega, ve, oye o se le ocurre, le muerde los tobillos y hasta que no la recrea por escrito no lo suelta. “Ellas gritan, yo voy detrás”, confesó en Borracho y a cargo de una bicicleta.

 

Ese “hombre con un niño dentro que lo recuerda todo”, trabajador disciplinado al extremo de planificar su producción semanalmente, que de noche se revolvía en la cama porque “la criatura bestial” quería asomar, padecía el síndrome de cuanto más hago más quiero hacer. En sus primeros tiempos escribía para vivir (el cuento semanal pagaba el alquiler y alimentaba a su familia). Desde 1950, cuando Doubleday publica Crónicas marcianas, adopta la descarga compulsiva como metodología de trabajo.

 

“Me resulta un magnífico modo de vivir”, remata con los pulgares enganchados en los tiradores.

“Al desayuno piso la mina de una idea, recojo los pedazos, los fundo y, cuando se acerca el almuerzo, los pongo a enfriar”. Esto lo confiesa en El largo camino a Marte, un texto donde cuenta, cuarenta años después, el backstage de su primera obra.

Los libros que recopilan sus relatos suman dieciséis (El hombre ilustrado, Las doradas manzanas del sol, Remedio para melancólicos…). Escribió diez novelas; entre ellas, Fahrenheit 451 y El vino del estío. Y obras de teatro, poesía, guiones para cine y para TV, ensayos… Una producción inmensa (“Sólo comparable con mi exagerada inconsciencia”). Una decena de seudónimos encubrió su autoría en muchos casos.

 

Recibió más de treinta premios de peso, a los que se sumó en 2007 el Pulitzer.

Disneyworld le confió los contenidos de Epcot. Hasta un meteorito lleva su nombre.

El 6 de junio de 2012, dos meses antes de que sus coplanetarios pusiéramos un vehículo lleno de cámaras y sensores sobre la superficie de Marte, ese hombre para quien no había género capaz de contener su imaginación, partió hacia el territorio desde donde le dictaban sueños y palabras.

CRÓNICAS MARCIANAS
LA NIÑA QUE ILUMINO LA NOCHE