El semiólogo autor del El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault incursionó en la narrativa para niños antes de lanzarse a la novelas para adultos.
Lo hizo con éxito en este cuento, que propone, con le pretexto de viajeros espaciales, cohetes y marcianos, una lección de comprensión y amistad entre quienes, en apariencia, son diferentes.